Ayer 15 de Octubre fue el día del duelo perinatal y gestacional, que abarca desde el momento de la concepción hasta la primera semana de vida extrauterina.

Un duelo sin rito de paso.

Que se suele llevar en silencio.

Que no tiene días de permiso en el trabajo.

Ni luto. Ni condolencias. Ni esquela. Ni sala en el tanatorio.

Muchas veces insultantemente deslegitimado:

» bueno, la criatura vendría mal, mejor haberla perdido entonces» , » ya sabías que no todos los embarazos salen adelante, mejor no hacerse ilusiones «, » hasta que no llegue a los tres meses, eso no ha sido real, todo estaba en tu cabeza», » el sangrado ( aborto ) será como otra regla normal, tú tranquila, no tiene importancia » .

*Sugiero reflexionar: ¿ diríamos ese tipo de cosas a lxs dolientes de un sujeto anciano o de mediana edad muriendo de algo terminal ? Por ejemplo: » bueno, tu padre si iba a morir igual, mejor ahora entonces. Ya sabías que las personas mayores acaban muriendo, no debiste ilusionarte. Tú tranquila, presenciar el proceso ( de irse muriendo ) no tiene importancia «.

*Sugiero revisar las condolencias . Porque ante cualquier otra pérdida, sencillamente y de toda la vida, se dice: «te acompaño en el sentimiento«. Es decir: reconozco tu dolor , lo valido, tiemblo también ante la muerte y me pongo a tu lado en esto.

*Sugiero que cuando no se sepa/quiera/pueda sostener un duelo perinatal, simple y humildemente se musite: «no me puedo imaginar lo que estás pasando en tus carnes, estoy aquí contigo ( SILENCIO )».

Un duelo sin rito de paso:

Donde se vió eso, Dios mío, en la historia de la humanidad ( salvo por desapariciones de cadáveres y pandemia ).

En todas las culturas, a lo largo y ancho del planeta tierra, desde la más tierna prehistoria, se ha velado/enterrado/adornado/incinerado -dignamente- a lxs muertos.

Dónde se vió eso, Dios mío, saber de una muerte y no juntarse a darle una despedida.

Pero ¿ cómo enterrar lo que debía haber llegado con fuerza de vida nueva ?

Incinerar la sangre, tal vez. Enterrar lo que no había empezado a envejecer.

No se entiende. Mientras en la misma planta, oyes llorar a los bebés de otras.

Decir “adiós”, cuando todo* estaba dispuesto para acoger una bienvenida.

No se entiende. No se acepta, como si tal cosa.

* todo va más allá de la intendencia. todo preparado para recibir una criatura. todo incluye el cuerpo de la mujer: es una experiencia encarnada, real. No es un proyecto mental. No es una experiencia intelectual. Por más que también se proyecte la maternidad. Es una experiencia encarnada, insisto, real. Hubo una concepción. Y se acogió en el útero. Y ahí arranca un vínculo. Así sea de semanas o de 9 meses.

El cuerpo de la mujer: donde se juegan la vida y la muerte de la supervivencia de esta especie ( tan tozudamente torpe en reproducirse, por otra parte ).

Despertarte de madrugada con las manos sobre tu vientre ya vacío, soñando ni se sabe qué .

En el cuerpo de la mujer se movilizan:

la culpa – si no pare con vida, algo debió hacer mal-

y la glorificación de la feminidad -como sinónimo de fecundidad, por ende-.

Todo al tiempo. Y silenciado también. En que la pérdida tiene un plus de culpa, porque debió haber crecido precisamente en tus entrañas hasta convertirse en un/a bebé lozanx. Debiste estar tranquila, comer mejor, dormir bien, no llevarte disgustos, hija, que tienes mucho estrés.

La vida es un milagro que atraviesa el cuerpo de la mujer.

Y hay muchos regalos de Bayón entonces, si llega la vida.

Se puede parir la muerte. O no parir.

Y hay un duelo sin condolencias, ni luto, ni rito de paso.

Y hay mucho vacío entonces, si llega la muerte.

Si llega la muerte, el entorno hace como si no hubiera pasado nada. Pero la muerte no es precisamente nada: la muerte es algo. Un algo que lo cambia todo, de hecho. La muerte encarnada en el útero es una cosa muy seria que no se nombra, pero igual te atraviesa entera.

Como la progesterona -desatada, a raudales- . Progesterona perdida ( en la acepción de echada a perder y de desorientada, también ).

La muerte mientras el zara, la itv, la bonoloto, las oposiciones y todas esas cosas que suceden en un mundo que parece transcurrir allá, a lo lejos. En una dimensión paralela, donde viven sus vidas quienes no están elaborando una pérdida.

Me viene a la cabeza la imagen de una performance de Isa Sanz, en la que ondeaba por una calle comercial una bandera negra donde había unas letras bordadas: » vamos a morir «. Lo inexorable.

Pareciera una obviedad. No sé si lo es tanto.

Muere lo que ha vivido. Reivindico la vida no parida. Su presencia. El derecho a honrarla como tal.

Aunque me estalle la cabeza con su muerte, en estado tan germinal y no decrépito.

Mórula, embrión, feto.

Ese es el calibre de la vida y la muerte que se juega en el útero de las mujeres en nuestra sociedad. A la vez.

Pienso en Yerma de Lorca.

En castellano, hay palabras para nombrar a las personas que sobreviven la pérdida de un padre/madre ( huérfanx ), pareja ( viudx ). Pero no se nombra la condición que quienes sobreviven y conviven con la falta de un hijx. No hay palabra. No sé si por lo innombrable del dolor. O por lo antinatural. O por lo tabú.

Y si alguien quiere profundizar:

Comparto este artículo del muro de FB de Amós Vásquez Ortega , donde se habla de un trabajo con corte arteterapeútico para hacer un rito de paso con fotos de ecografías:

https://bit.ly/3FWkC5i

Y esta guía maravillosa que mi admirada Miriam Al Adib ha co-escrito y compartido hace poco gratis: https://miriamginecologia.com/dossiers/libro_duelo_ses.pdf

La pieza de Isa Sanz https://bit.ly/2YZtyq5